En un mundo digital y digitalizado la ética se ha instalado también en el mundo de ceros y unos. Por eso ya empiezan a ser habituales conceptos como ciberética o ética digital.
Hoy nos centramos en uno de los valores ciberéticos más importantes actualmente: la transparencia.
La transparencia, un valor ético cada vez más demandado
En el mundo empresarial y gubernamental se exige cada vez más transparencia, es decir, que las organizaciones generen confianza promoviendo el acceso libre a una información veraz y actualizada y facilitando la comunicación abierta y participativa de los distintos sujetos con los que se relacionan, los clientes, empleados, sociedad civil etc.
Algunos ejemplos de la importancia de la transparencia digital
Evidentemente, la transparencia como valor ético tiene su traslación al mundo digital, en el que la información está estrechamente vinculada con el Big Data, los algoritmos y la inteligencia artificial.
En un mundo acelerado y tecnodependiente, donde parece que todo vale para innovar y avanzar lo más rápido posible, corremos el riesgo de que se descuiden los límites de la ética digital. Tras años sin ser conscientes de la importancia que tienen aspectos como la privacidad digital o la seguridad de los datos y sin un control real por parte de los gobiernos, ahora empezamos a plantearnos dudas razonables: ¿qué información personal recopilan?, ¿tienen derecho a ello?, ¿para qué usan mis datos?, ¿es seguro que estén en manos de terceros?
La necesidad de establecer unos estándares éticos en el ámbito digital se puede ejemplificar con los siguientes casos:
- Compas: este software, que utilizan algunos tribunales de Estados Unidos para saber si los condenados tienen más o menos riesgo de ser reincidentes, fue investigado por ProPublic.org, que detectó que presentaba un claro sesgo contra las personas afroamericanas.
- Tay: este chatbot creado por Microsoft para interactuar con jóvenes de 18 a 24 años en Twitter tuvo que ser retirado en 2016 por haber “aprendido” a escribir mensajes racistas.
- HireVue: esta empresa empezó a experimentar en 2019 con un algoritmo de reconocimiento facial y tono de voz, pero tuvo que abandonar el proyecto al detectarse problemas de sesgo y discriminación.
- Facebook: ¿puede un algoritmo influir en las emociones de las personas? La red social quiso comprobarlo entre 2012 y 2014 con un experimento para demostrar que se podían manipular los sentimientos por contagio emocional masivo virtual.
- Southwest Airlines: ser low cost no está reñido con ser honesto. Esto es lo que creen en esta compañía aérea de los Estados Unidos, que con su campaña “Transfarency” apostó por ser transparente con los costes extra de sus tarifas.
La transparencia tiene recompensa
Hoy, la confianza y engagement que depositamos los consumidores en una marca se mide también por la manera en la que ésta gestiona aspectos como la privacidad y la seguridad de nuestros datos: cuanta más confianza nos genere al respecto y más conocimiento tengamos acerca de cómo se recogen, almacenan y se utilizan nuestros datos, mayor será nuestra vinculación y empatía.
Cada vez son más las empresas que se han dado cuenta de que actuar con ética y transparencia en el uso de los datos y la programación de los algoritmos tiene grandes beneficios para la reputación y que el hecho de no hacerlo, puede suponer importantes costes. Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en el caso del experimento de Facebook antes mencionado: generó importantes críticas y desconfianza hacia el gigante de las redes sociales, que acabó perdiendo 50.000 millones de dólares en bolsa.
Pero, aunque una comunicación honesta, accesible y transparente es el mejor camino para generar confianza y lograr, en última instancia, la fidelización de los usuarios o clientes, este nuevo enfoque empresarial no siempre es seguido por las compañías. Por eso, en los últimos años, se ha generado una importante legislación al respecto, como, por ejemplo, la que regula el uso de las cookies en Europa. Gracias a la ley GDPR los usuarios tenemos la potestad de aceptar o no su uso antes de navegar por una página web desde la cual, además, se nos tiene que informar del tipo de cookies utilizadas, el tipo de información que recopilan y el uso que se hará de la misma.
La evolución es esperanzadora
Sin duda, la transparencia digital es un elemento clave para avanzar con ética en la digitalización de nuestras sociedades. La transformación digital no ha hecho más que empezar y los nuevos avances tecnológicos que están por venir, plantearán nuevos desafíos a los que las empresas y gobiernos deberán dar respuestas.
Pero podemos afirmar con rotundidad que ya están implantadas las bases: las estructuras gubernamentales están trabajando para que haya leyes claras al respecto y que estas puedan adaptarse a las necesidades futuras.